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1.
…puesto que para tener una
visión negra del mundo que hay que haber creído antes en él y en sus
posibilidades
2.
Y no había querido que se fuese
y se había dormido a su lado, se había dejado dormir a su lado, había hecho ese
supremo gesto de confianza que es dormirse al lado de otro: como un guerrero
que deja su armadura.
3.
La noche, la infancia, las
tinieblas, el terror y la sangre, sangre, carne y sangre, los sueños, abismos,
abismos insondables, soledad soledad soledad, tocamos pero estamos a distancias
inconmensurables, tocamos pero estamos solos.
4.
Porque el Destino no se
manifiesta en abstracto sino que a veces es un cuchillo de un esclavo y otras
veces es la sonrisa de una mujer soltera.
5.
—Bruno siempre dice que, por
desgracia, la vida la hacemos en borrador. Un escritor puede rehacer algo
imperfecto o tirarlo a la basura. La vida, no: lo que se ha vivido no hay forma
de arreglarlo, ni de limpiarlo, ni de tirarlo. ¿Te das cuenta qué tremendo?
6.
Como decía Bruno, una de las
trágicas precariedades del espíritu, pero también una de sus sutilezas más
profundas, era su imposibilidad de ser sino mediante la carne.
7.
Soy de los que piensan que no
es malo que la juventud tenga en su momento ideales tan puros. Ya hay tiempo de
perder luego esas ilusiones. Luego la vida le muestra a uno que el hombre no
está hecho para esas sociedades utópicas. No hay ni siquiera dos hombres
iguales en el mundo: uno es ambicioso, el otro es dejado; uno es activo, el
otro es haragán; uno quiere progresar, como el amigo Pérez Moretti o yo, al
otro le importa un comino seguir toda su vida como un pobre tinterillo.
8.
—En pedazos, por momentos.
Cuando uno es chico espera la gran felicidad, alguna felicidad enorme y
absoluta. Y a la espera de ese fenómeno se dejan pasar o no se aprecian las
pequeñas felicidades, las únicas que existen. Se calló, sin embargo. Al rato
continuó:
—Imagínese un mendigo que desdeña limosnas
por el camino, porque le han dado el dato de un formidable tesoro. Un tesoro
inexistente.
Volvió a sumirse en sus pensamientos.
—Parecen fruslerías: una conversación
apacible con un amigo. A lo mejor esas gaviotas que vuelan en círculos. Este
cielo. La cerveza que tomamos hace un rato.
9.
Tal vez a nuestra muerte el
alma emigra:
a una hormiga,
a un árbol,
a un tigre de
Bengala;
mientras nuestro
cuerpo se disgrega
entre gusanos
y se filtra en
la tierra sin memoria,
para ascender
luego por los tallos y las hojas,
y convertirse en
heliotropo o yuyo,
y después en
alimento del ganado,
y así en sangre
anónima y zoológica,
en esqueleto,
en excremento.
Tal vez le toque
un destino más horrendo
en el cuerpo de
un niño
que un día hará
poemas o novelas,
Y que sus
oscuras angusias
(sin saberlo)
purgará sus
antiguos pecados
de guerrero
criminal,
o revivirá
pavores,
el temor de una
gacela,
la asquerosa
fealdad de comadreja,
su turbia
condición de feto, cíclope o lagarto,
su fama de
prostituta o pitonisa,
sus remotas soledades,
sus olvidadas
cobardías y traiciones.
10. Porque en este país de resentidos solo se empieza a ser un gran
hombre cuando se deja de serlo.
11. Lo mismo pasa con un cuento de Melville, creo que se llama Bertleby
o Bartleby o algo por el estilo.
Cuando lo leí me impresionó cierta atmósfera kafkiana. Y así en todo. Nosotros,
por ejemplo, somos argentinos hasta cuando renegamos del país, como a menudo
hace Borges. Sobre todo cuando se reniega con verdadera rabia, como Unamuno
hace con España; como esos ateos violentos que ponen bombas en una iglesia, una
manera de creer en Dios. Los verdaderos
ateos son los indiferentes, los cínicos. Y lo que podríamos llamar el ateísmo
de la patria son los indiferentes, los cínicos. Y lo que podríamos llamar el
ateísmo de la patria son los cosmopolitas, esos individuos que viven aquí como
podrían vivir en París o en Londres. Viven en un país como en un hotel. Pero seamos justos. Borges no es de esos,
pienso que a él le duele el país de alguna manera, aunque, claro está, no tiene
la sensibilidad o la generosidad para que le duela el país que puede dolerle a
un peón de campo o a un obrero de frigorífico.
12. En cambio, yo… ¿qué soy yo? Una especie de contemplativo solitario,
un inútil ni siquiera sé si alguna vez
lograré escribir una novela o un drama.
13. Y en lo que a ella se refería (pensaba bruno) aquella serenidad era
simplemente una suerte de paréntesis, tan precario, tan insustancial como el
que un enfermo de cáncer logra con una inyección de morfina.
14. Siempre es terrible ver a un hombre que se cree absoluta y
seguramente solo, pues hay en él algo trágico, quizás hasta de sagrado, y a la
vez de horrendo y vergonzoso. Siempre —decía— llevamos una máscara, una máscara
que nunca es la misma sino que cambia para cada uno de los papeles que tenemos
asignados en la vida: la del profesor, la del amante, la del intelectual, la
del marido engañado, la del héroe, la del hermano cariñoso. Pero ¿qué máscara
nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estemos en soledad, cuando creemos
que nadie, nadie, nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos
suplica, nos intima, nos ataca? Acaso el carácter sagrado de ese instante se
deba a que el hombre está entonces frente a la Divinidad, o por lo menos ante
su propia e implacable conciencia.
15. Tuve que explicarle que la única forma de mantener la paz entre los
seres humanos era mediante la ignorancia recíproca y el desconocimiento, únicas
condiciones en que estos bichos son relativamente bondadosos y justicieros, ya
que todos somos bastante ecuánimes con relación a las cosas que no nos
interesan.
16. Y que de momento creía, más o menos, que el alfabetismo resolvería
el problema general de la humanidad: momento en que yo le recordaba que el
pueblo más alfabetizado del mundo era el que había instaurado los campos de
concentración para la tortura en masa y la cremación de judíos y católicos.
17. Y luego cientos de artículos destinados a levantar el ánimo de los
pobres, leprosos, rengos, edípicos, sordos, ciegos, mudos, sordomudos,
epilépticos, tuberculosos, enfermos de cáncer, tullidos, macrocefálicos,
neuróticos, microcefálicos, hijos o nietos de locos furiosos, pies planos,
asmáticos, postergados, tartamudos, individuos con mal aliento, infelices enel
matrimonio, reumáticos, pintores que han perdido la vista, escritores que han
sufrido la amputación de las dos manos, músicos que se han quedado sordos
(¡pensad en Beethoven!, atletas que a causa de la guerra, mujeres feísimas,
chicos leporinos, hombres gangosos, vendedores tímidos, personas altísimas,
personas bajísimas (casi enanos), hombres que pesan más de doscientos kilos,
etc. Título: DEL PRIMER EMPLEO ME ECHARON A PUNTAPIÉS, NUESTRO ROMANCE EMPEZÓ
EN EL LEPROSARIO, VIVO FELIZ CON MI CÁNCER, PERDÍ LA VISTA PERO GANÉ UNA FORTUNA,
SU SORDERA PUEDE SER UNA VENTAJA, etcétera.
18. Felizmente tengo la propensión a imaginar siempre lo peor. Digo
“felizmente” porque de ese modo mis preparativos son más fuertes que los
problemas que la realidad luego me depara; y aunque dispuesto para lo peor, esa
realidad me resulta menos difícil que lo previsto.
19. Es muy típico de los seres humanos, cuando pasa algo espantoso. Se
dicen: “¡Esto no puede ser, no puede ser!” Pero está siendo y el horror empieza
de nuevo a devorarlos.
20. Pues ¿qué conocemos en definitiva del misterio último de los seres
humanos, aun de aquellos que han estado más cerca de nosotros?
21. Ya que cuando enjuiciamos nuestra propia existencia inevitablemente
ponemos en juicio a la humanidad entera. Aunque también podría decirse que
cuando empezamos a juzgar a la humanidad entera es porque en realidad estamos escrutando el fondo de nuestra
propia conciencia.
22. ¡América! El país mítico donde el dinero se encontraba tirado en las
calles. Y luego el trabajo duro, los salarios miserables, las jornadas de doce
y catorce horas. Esa había sido finalmente la verdadera América para la inmensa
mayoría: miseria y lágrimas, humillación y dolor, añoranza y nostalgia. Como
niños engañados con cuentos de hadas y llevados a la esclavitud. Y entonces
ellos, o sus hijos, dirigían sus miradas a otras utopías, a tierras futuras de
las que hablaban libros violentos y a la vez llenos de ternura por ellos, por
los miserables; libros que les hablaban de tierra y libertad, y los empujaban a
la revuelta. Y entonces mucha sangre corrió en las calles de Buenos Aires, y
muchos hombres y mujeres y hasta niños de esos infelices murieron en 1905, en
1908, en 1910. ¡El Centenario de la Patria! ¿De la Patria de quién?
23. Pero siempre entendemos demasiado tarde a lso seres que más cerca
están de nosotros, y cuando empezamos a aprender este difícil oficio de vivir
ya tenemos que morirnos, y sobre todo ya han muerto aquellos en quienes más
habría importado aplicar nuestra sabiduría.
24. Y pienso que si no será siempre así, que el arte de nuestro tiempo,
ese arte tenso y desgarrado, nazca invariablemente de nuestro desajuste, de
nuestra ansiedad y nuestro descontento. Una especie de intento de
reconciliación con el universo de esa raza frágiles, inquietas y anhelantes
criaturas que son los seres humanos.
25. Puesto que los animales no lo necesitan: les basta vivir. Porque su
existencia se desliza armoniosamente con las necesidades atávicas. Ya al pájaro
le basta con algunas semillitas o gusanos, un árbol donde construir su nido,
grandes espacios para volar; y su vida transcurre desde su nacimiento hasta su
muerte en un venturoso ritmo que no es desgarrado jamás ni por la desesperación
metafísica ni por la locura. Mientras que el hombre, al levantarse sobre las
dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra filosa,
instituyó las bases de su grandeza pero también los orígenes de su angustia;
porque con sus manos iba a erigir esa construcción tan potente y extraña que se
llama cultura e iba iniciar así su desgarramiento, ya que habría dejado de ser
un simple animal pero no habrá llegado a ser el dios que su espíritu le
sugiera. Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de
los animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de
su inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención. Ese ser
dolorido y enfermo del espíritu que se preguntará, por primera vez, sobre el
porqué de su existencia. Y así las manos, y luego aquella hacha, aquel fuego, y
luego la ciencia y la técnica habrán ido cavando cada día más el abismo que lo
separa de su raza originaria y de su felicidad zoológica. Y la ciudad será
finalmente la última etapa de su loca carrera, la expresión máxima de su
orgullo y la máxima forma de su alienación. Y entonces seres descontentos, un
poco ciegos y un poco como enloquecidos, intentan recuperar a tientas aquella
armonía perdida con el misterio y la sangre, pintando o escribiendo una
realidad distinta a la que desdichadamente los rodea, una realidad a menudo de
apariencia fantástica y demencial, pero que, cosa curiosa, resulta ser más
profunda y verdadera que la cotidiana. Y así, soñando un poco por todos, esos
seres frágiles logran levantarse sobre su desventura individual y se convierten
en intérpretes y hasta salvadores (dolorosos) del destino colectivo (SOBRE
HÉROES Y TUMBAS. ERNESTO SÁBATO).
26.
1.° Dios no existe.
2.° Dios existe y es un canalla.
3.° Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
4.° Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5.° Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?
6.° Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para
sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas
veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un
desastre.
7.° Dios fue
derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y
derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado,
puesto que se le atribuye este universo calamitoso.
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